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miércoles, 7 de febrero de 2018

Por estos días soy un vendedor

La academia donde hago clases de inglés durante el año funciona además como librería inglesa y estos meses de verano/vacaciones es cuando se activa con fuerza la venta de los textos escolares del idioma anglosajón que usan en principalmente los colegios particulares.

Las encargadas de las ventas(2) salen de vacaciones y para no cerrar una semana la jefa sabiendo que soy de los que no se fue de viaje me preguntó si podría trabajar durante esta semana para cubrir. Perfecto, una platita extra que viene muy bien y además es un trabajo entretenido.

Estoy en las mañanas y tardes. Entran los clientes, principalmente mamás con sus hijos, a veces padres y otras pocas, la familia entera.
Algunos saben exactamente cómo se llama el texto que necesitan y hasta lo pronuncian bien, pero la mayoría saca sus celulares, me pide un minutito y comienzan a buscar la foto del listado donde se lee el título para mostrármelo.
También hay quienes revisan su foto, me lo leen en incomprensible pronunciación por lo que opto por  preguntarles directamente el nombre de la escuela de sus hijos y chequeo en el listado que esos mismos colegios nos enviaron el año pasado para que tengamos el stock y ahí veo fácilmente si quedan o no y el precio.
Intento brindar una atención muy cordial y expedita mientras de fondo suena música agradable en el compu (suelo programar de relajación Zen, já)

Los libros están almacenados en al menos 3 salas así que entro a la que corresponda, saco el texto y vuelvo al mesón para confirmar la venta.
La mayoría paga con tarjeta y efectuamos el mecánico trámite con la maquinita (débito o crédito). Todo bien, al final de la jornada me toca "cuadrar" la caja y a la casa,
me he ganado el día.

Me doy cuenta que una de las cosas que hace este trabajo fácil es que simplemente te levantas, te presentas descansado, alimentado, aseado y estás listo para enfrentar exitosamente la jornada.
A diferencia de mi trabajo anual como profe, en que al menos el día anterior debes preocuparte de qué harás al día siguiente, dedicar algunas horas en tu casa a preparar material, enviar guías, corregir pruebas, responder emails de alumnos, subir notas, enviar contenidos, y un largo etc etc.
Ahora, el pago de ser profe es que cada día es diferente, y se aprende de las personas que te toca atender, sean niños o adultos. Eso no es poco.

Aún a pesar de disfrutar ser un vendedor de libros de inglés, creo que me aburriría mucho tiempo sentado en una oficina atendiendo las ventas. Me encontré hoy de hecho contándole a alguien que el librito (versión para niños) que estaba adquiriendo del gran Shakespeare llamado "Much ado about nothing" se traducía a nuestro idioma como "Mucho ruido pocas nueces". No pareció interesarle mucho y sólo asintió la cabeza mientras emitía un bien aprendido "a-já" de consentimiento. Ahí recordé que no estoy de profe, me toca sólo vender el resumen ese.



Me doy cuenta que por algo no elegí esto de por vida: tengo "corazón de abuelita" y creo que no generaría muchas ganancias, el dinero me es algo que no logró atraerme demasiado, nunca ha sido así. Mientras haya para cubrir lo básico suelo confiar que el mañana traerá sus propios frutos si hoy hago un trabajo honrado y a consciencia, con amor.



Para saltarse la intro de la presentación, ir al min. 1:15 del video ;) estos tipos siguen tocando bien...





1 comentario:

  1. Me encantó tu texto! Es tan real,tan ameno!
    Gracias por este rato!
    Un abrazo!

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¡Gracias por leer y comentar!